El día que sucedí la corona, fue, al mismo tiempo, el día mas negro en nuestra historia... Aun recuerdo ver a su alteza en su lecho, con su sonrisa brillante y enigmática... Sus ojos despedían la dulzura con la que siempre me miró, solo que ese día, eran diferentes... tan diferentes...
"Mi tiempo se termina, Jordan... nuestra gente necesita un líder... y ese eres tú ahora, yo creo en ti, así como todos creyeron en mi... Ahora es tu turno, mi sol..."
"Por favor... no..."
"Es inevitable... debo irme a Pleyades... Jordan, tu padre me espera ahí... Sé fuerte, el emperador es símbolo de poder y fortaleza. ¡No los abandones nunca! Hoy son tiempos de cambio, nuevas ciudades se erigen, nuevas generaciones nacen... Te amo... sol de mi vida... No lo olvides nunca..."
Su mano sostenía la mía, aún con fuerza, no encontraba palabras en ese momento. Enmudecí y solo podía sentir la opresión en mi pecho, como si una parte de mi estuviera...
La languidez en sus extremidades me hizo comprenderlo... su ojos brillantes se cerraron para siempre, su fuerza la abandonó, y a mi en el proceso. Lo ví... ella había expirado...
Tome su mano y la besé por ultima vez, antes de que se convirtiese en polvo. 'Polvo eres y en polvo te convertirás', rezaba un adagio antiguo, tan aplicable a nosotros... El viento frio en la habitación se encargaba de hacer desaparecer el ultimo vestigio de su existencia física, ante mi mudo vacío y dolor.
"¡La emperatriz ha expirado! ¡La Emperatriz ha expirado!"
Escuchaba esas palabras proferidas entre sollozos por su primer ministro, parado junto a su cama, en un llanto desgarrador. Yo estaba estático, frio, en silencio... no pude llorar, no pude... no es que no quisiera, solo... no podía hacerlo, solo sentí la presión en mi, y el helado vacío de la perdida... Ya no veía ni escuchaba mi alrededor, ni la consternación... ni el desamparo...
Desde ese momento, toda la ciudad hizo honor a su nombre, sumiéndose en una profunda obscuridad. Todas las luces, absolutamente todas se apagaron, ni siquiera un tenue destello fue dejado vivo... La ciudad estaba tan negra, como las almas de todos los que la habitábamos ese funesto día...
Tres días y tres noches, ese fue el tiempo que la ciudad se mantuvo en un negro vacío, en luto por tan grande pérdida... Todos lloraron a la mujer que erigió un destino para todos...
¡Salve, oh, gran emperatriz! Por ti, somos grandes!
¡Salve, oh, gran guerrera, que encaraste a un dios por nosotros y venciste!
¡Salve, oh, gran señora, que nos diste tierra donde ver crecer a nuestra descendencia!
Salve... madre mía...
Y gloria a nuestra ciudad...
Yo seré tu legado encarnado...
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